Bienvenidos!

He tenido la osadia de pensar que alguien a pesar de mì visitarà este blog...

De ser asì, agradezco su tiempo y le doy la bienvenida... Y ya entrando en confianza, le explico de lo que se trata... o de lo que espero que se trate.

Este es un baùl de pensamientos perdidos, frases hechas o malhechas (depende como se miren), de cuentos reales e irreales, con grandes inspiraciones y cero pretenciones.

El lector tiene la libertad de elegir lo que lee, si ha decidido leer este blog por partes o en su totalidad... agradezco su libre albedrio, en serio.

pao

domingo, 13 de julio de 2008

Amor o miedo? Verdad o mentira?

Se cerrò la puerta detràs de mi y sentì la punzada frìa y filuda rozando mi nuca. Sentì una respiraciòn agitada acompañandola y dude si era la mìa. Lentamente dos manos me rodearon la cintura, me dieron vuelta y como la mejor escena de amor, nos quedamos frente a frente.
Sus pupilas dilatadas saltaban al ritmo de su corazòn, las làgrimas de sal resbalaban desde su sien hasta el cuello y sus ojos azules me miraban sin descanso y los mios le correspondian. Mi pecho bailaba al ritmo insaciable de su agitaciòn, no respiraba, ya volaba, pensaba que estaba en una nube y de pronto el cielo se tiño de rojo.

No hacia falta mordazas, su mirada pasiva e inquisitiva me comìa las palabras y los gemidos, mi presencia era una gèlida silueta. A punto de desvanecer, sus manos me liberaron, su olfato saciò su ira, me inhalò el perfume, el miedo y el alma. Sus vueltas a mi entorno hacìan un espiral, un agujero negro por donde deseaba dejarme caer con tal de verlo partir. No decìa nada, su melodia tràgica expulsada por las fosas nasales me recriminaban, me arrancaban la piel, me daban latigazos y me dejaban con la condena marcada en la piel.

Sin oxìgeno ya en la mente pude divisar esa mirada azul, escondida tras los àrboles, mezclàndose como un cielo perdido, reaccionè y me di cuenta que me habìa visto. Mientras mis labios besaban el encuentro con un nuevo corazòn, mientras mi cuerpo se llenaba de esplendor... èl me miraba. Y yo lo sabìa. Y disfrutaba màs sabièndolo ahì, sabièndome de otro, sabièndome ya nunca màs de èl. Caminè tranquila con destino al hogar, con la seguridad que èste serìa el final y que dolido en su orgullo, partirìa.

Y se cerrò la puerta detràs de mi y la soledad del hogar me clavo un duro puñal, sentì las ausentes miradas inquisitivas, un cuerpo inexistente que respiraba por verme amarle y el cielo se tiño de rojo al saberle muerto de enojo.

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